Indagar en uno mismo

Indagar en uno mismo

Cuando alguien nos pregunta cómo eres, se hace un largo silencio ya que no tenemos a mano un concepto de nosotros mismos. Lo único que sabemos es un concepto que las personas de nuestro entorno, han realizado de nosotros. Ese mismo concepto es el que nos acompaña durante toda nuestras vidas. Realizarnos una autoindagación  y conocer quienes somos realmente, no es tarea sencilla y va a ser una difícil trabajarlo en nuestra propia mente.

Hagamos un ejercicio, pensemos que vamos caminando por la calle y vemos a unas personas que no actúan acorde a lo que pensamos de esa situación. Ésto, nos hace poner un tanto irritables e incómodos a pesar de que el malestar lo está ocasionando una situación externa, lo que nos afecta de manera emocional.

Pues bien, aquí han intervenido tu “yo pensante” que es el que se encarga de opinar y juzgar, y además se relaciona directamente con el ego; el “yo observador”. Nuestro “Yo observador”, es el que se encarga de escuchar y observar al “yo pensante”. El último fin de estos dos personajes, es trasladarnos a situaciones que hemos vivido. En el momento que vemos proyectado en el presente una situación similar, es lo que realmente nos incomoda y no lo que estamos viendo.

Entonces, la autoindagación funciona como un espejo que nos hace cuestionar nuestra manera de ver lo que nos ocurre, observa detenidamente y hace que nos cuestionemos la manera en cómo vemos el entorno.

Adentrarse en la autoindagación

Lo más importante para iniciar dicho proceso es dejar de un lado los señalamientos hacia otros como responsables de nuestras respuestas. Así mismo, despojarse de la búsqueda de explicaciones y respuestas. Tendremos que llegar a mirar las situaciones de dos formas diferentes para que de esta manera, podamos adentrarnos en nuestros propios mensajes y en nuestra autoindagación.

No hay que dejar de un lado que las experiencias sólo surjan de lo que personalmente hemos vivido, y no de los que otros han experimentado. Por lo tanto, tendremos que iniciar desde dentro con nuestra propia información. Tendremos que buscar en los recuerdos, ya que en ellos veremos el camino de nuestras propias vivencias, las cuales, en la mayoría de ocasiones, son solo recuerdos de otros que se han transmitido, para así elaborar nuestra propia autoindagación. Nuestro comportamiento está cargado del inconsciente colectivo, colapsado de cultura.

El hecho de autoindagarse nos abre nuestro equilibrio interno, hace que socialicemos con cada una de nuestras experiencias y entendamos que son perfectas pero sin mostrar evaluación como juicio ante ellas. Estas no son buenas ni malas. Se requiere de aprender a evaluar la vida sin pensar si es o no conveniente lo que haces.

Autoindagarse es apartar la sombra de esa historia pasada que nos cubre sin dejar ver lo que realmente tenemos enfrente y a lo que podemos responder con  nuestras propias herramientas y de acuerdo a nuestras propias experiencias. Ésto, nos conduce a un desprendimiento de las respuestas automáticas de la vida cotidiana.

¿Cuestionarnos o no?

Más allá de ello, es saber hacerlo. De esta forma comprendemos de mejor manera nuestro mundo, apartándonos de los juicios y comprendiendo nuestro verdadero mundo. Consiguiendo abrir camino a una mente limpia es cuando se puede observar de forma concreta cada situación, trascenderla y retomar el camino de forma equilibrada.

La Bioneuroemoción toma como punto de inicio cualquier momento incómodo de una persona para buscar en el inconsciente las inconsistencias que surgen cuando ésta se manifiesta en todos los ámbitos donde la persona se desarrolla y hace vida. La autoindagación es la herramienta que fortalece el conocimiento de nosotros mismos a través de una nueva y mejor forma de comprendernos.

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