ansiedad

Gestión de la ansiedad de manera sencilla 

Existen momentos o circunstancias en la vida de algunas personas donde se hacen presente una serie de comportamiento o sensaciones de manera inevitable y sin explicación aparente, como por ejemplo sentir miedo sin explicación, algunas reacciones físicas sin sentido, un constante estado de alerta o simplemente el futuro te causa preocupación. 

También podría ocurrir que sentimos opresión en el  pecho, taquicardias, o quizás un nudo incontenible en el estómago ante situaciones que solo parece que nos afecta a nosotros. Todo parece que solo nosotros tenemos miedo de que sucedan cosas que de manera normal, nadie debería tener ningún tipo de angustias.  

Vivir la ansiedad sin morir en el intento 

1.- Observar de cerca los propios pensamientos.

Hay reacciones de nuestro cuerpo que nos comunican la razón por la que podemos encontrarnos alterados en determinadas situaciones, como por ejemplo querer irse de inmediato de algún lugar como si quisiéramos huir, aunque en realidad no ocurra nada en el entorno. La razón es porque no nos identificamos con el problema y ello nos provoca un estado de alerta.  Lo indicado es que en cada momento de ansiedad nos detengamos a preguntarnos: ¿con qué relaciono este estado? ¿que quiero comunicarme? 

2.- Echar mano de la expresión

Cuando identificamos lo que nuestro cuerpo nos dice, lo mejor es comunicarlo y no quedarnos con ello dentro ya que suele ocurrir que éste se multiplica. Al no comunicar lo que sentimos en un momento de ansiedad (como por ejemplo la tristeza), las personas tienden a aislarse del entorno, mientras que si lo expresamos, el efecto que esta sensación causa se diluye y dejamos de sentirnos excluidos, dejamos de sentir temor por el problema y de esta manera, normalizamos la emoción que da paso a este estado. 

3.- Juzgarse no es una opción 

Normalmente las lecturas que hacemos sobre realizar juicios hacen referencia a los demás, pero no al juicio del que somos víctima nosotros mismos, ya que en los momentos en los que se presenta un estado de ansiedad, solemos culparnos antes de indagar en lo que realmente nos sucede. Nos obligamos a realizar cosas que no deseamos y a comportarnos de una forma adecuada cuando lo que estamos es cargados de el mayor terror. Para minimizar esta situación, debemos mirarnos con inocencia y curiosidad y de la misma manera en como observamos al resto del mundo y hacer que de esta manera la intensidad de los síntomas se minimicen. 

4.- El control debe ser soltado 

Vivimos sujetos de la opinión de quienes nos rodean, de lo que piensan de nosotros. Solemos olvidar quienes somos, incluso llegamos a ser quienes no somos en realidad delante de las personas mas cercanas como la familia, en el trabajo o la pareja. Todo por mantener contento al entorno y sembrando en nosotros la semilla de la ansiedad. En su estado normal, la ansiedad solo nos indica que habrá un peligro, en donde ella actúa como un control de lo que no se puede controlar ya que estamos haciendo algo que en realidad no deseamos hacer. 

5.- Tomar cartas en el asunto 

Cuando reconocemos el momento o lugar que da inicio a nuestros estados de ansiedad, es momento de indagar qué es lo que en realidad nos lleva a lo que estamos viviendo para iniciar la búsqueda de un cambio, y con ello erradicar lo que nos afecta acudiendo en auxilio de lo que afecta a nuestro organismo. Debemos comprender que todos poseemos respuestas distintas ante las mismas situaciones, y ello se encuentra relacionado con nuestras vivencias y la interpretación que le dimos en su  momento.

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