
Aprender a aprender nuevamente
Posiblemente te has detenido a pensar que hay cosas en tu vida que no van bien, que sería bueno poder modificarlas. Aun así, no sabes como hacerlo o quizás estas cosas se resisten ya que pueden ser creencias obsoletas de las que no sabemos deshacernos. Nuestra vida es como un cajón, en ella vamos en el transcurso de nuestra existencia depositando conocimientos, aprendizajes y experiencias que, sin notarlo, no vamos discerniendo, sino que tomamos todo tanto bueno como malo y de esta manera sobrevivimos.
Pero en este transitar nos detenemos un día en el que ya avanzar no tiene tanto sentido. Es como llegar a un momento de inflexión en el que surgen preguntas profundas acerca de lo que hasta ahora hemos hecho con todo ese conocimiento de vida.
Llegar a este punto no es pura coincidencia. Hay un momento que te hace detener, bien sea un accidente, alguna enfermedad o una situación dolorosa. Llegado a este punto, se requieren de explicaciones y reforzarnos con nueva y mejorada información que nos brinde un nuevo comienzo.
¿Por dónde iniciar?
Esta quizás no es una pregunta sencilla de responder ya que hay que cuestionárnosla de diversas maneras: cómo entender la manera en que hemos funcionado hasta ahora, y saber si esa ha sido la manera correcta de hacerlo. Este tipo de preguntas acerca de nosotros son las que hacen que revisemos desde nuestro interior e indagar en todo lo que hasta este momento hemos realizado.
Cuestionarnos de manera profunda pone en tela de juicio todo nuestro sistema de creencias. La forma en que toda esta información que nos rodea ha entrado en nuestra vida, o le hemos permitido cabida sin saber cómo manejarla de manera interna y con las personas que nos rodean.
Pero exactamente todas estas inquietudes son las que nos llevan a preguntarnos si nuestra manera de actuar ha sido eficaz hasta ahora y es el paso indicado para iniciar nuestro nuevo y mejor camino.
¿Cómo hacerlo?
Hagamos un ejercicio de reflexión en el que imaginemos que estamos escribiendo una carta y nos equivocamos en el texto, pero no borramos sino que procedemos a escribir nuevamente encima de lo ya escrito. La situación se vuelve preocupante y un tanto complicada cuando intentemos leer lo que plasmamos en la misma ya que no se entenderá nada de lo que hay allí.
Con este ejemplo queremos llegar a la conclusión que nuestra manera de seleccionar nuestro aprendizaje es opcional, es decir, somos nosotros quienes, al no seleccionar de manera adecuada toda la información que recibimos, esta se nos hace confusa de manejar y de canalizar. La manera en que percibimos las situaciones son formas aprendidas de quienes nos rodean, que por imitación desde pequeños hemos adquirido aún cuando tenemos la posibilidad de crear y llenar nuestros espacios con experiencias propias.
Pero antes de dejar entrar información a nuestras experiencias, debemos sacar las que ya existen, que hemos usado y no han servido o que ya no tienen razón de ser. Todo ese conocimiento que hemos recibido de generación en generación, es solo eso, información y no se considera que sea buena o mala sino que ha sido la manera que ha tenido el humano de sobrevivir en el tiempo.
Información como recurso de vida
Para llegar a un contacto y reconocimiento de nosotros mismo, debemos ser agradecidos de todo cuanto poseemos como experiencias, mirarlo como una forma positiva ya que gracias a ello es que hemos sobrevivido. No debemos juzgar ni culpar a nadie de ello, sino prepararnos para una verdadera transformación.
El cambiar la manera de ver las cosas siempre va a resultar un tanto incómodo pues son respuestas a situaciones con las que durante toda nuestras vida nos hemos manejado y quizás ya sabemos el camino a tomar. Pero si en este momento decidimos que nuestro orden de prioridades, por ejemplo, ha de cambiar, quizás a mitad de camino o al final comenzamos a juzgarnos y sentirnos no tan cómodos con este nuevo cambio. Normalmente, cuando hacemos cambios en nuestra vida, comenzamos a sentirnos más conformes con lo que deseamos, allí recae la fortaleza de lo que necesitamos para vivir mejor.
Pero estos cambios no solo pueden ser de conducta, ya que ello debe estar sustentado en una modificación de la manera de ver las cosas desde la niñez. Se trata de cambiar respuestas que a otros le sirvieron en su momento, por acciones que nosotros construimos con nuestra propia experiencia.
Resumiendo, desaprender se trata de tener consciencia de lo que hemos aprendido y de esta manera buscar un cambio profundo en ello deshaciendo lo que no nos sirve para que información nueva pueda sumarse de manera oportuna y adecuada. Es decir, un nuevo sistema de creencias donde la idea es que nuestra inteligencia, mente y consciencia estén bajo nuestro mando y no al contrario.
Es momento de autoindagarse a partir de la observación de nuestras proyecciones, de la forma de relacionarnos y de las circunstancias que nos rodean.