La valentía de mostrarse al mundo

Mostrarse al mundo con valentía

Todos nos hemos sentido incómodos en algún momento al resaltar nuestras virtudes ¿Pero alguna vez esa incomodidad te ha limitado? ¿Ha restado importancia a algo que hiciste cuando salió mejor de lo que esperabas y terminan felicitándote? Esta es una actitud más normal de lo que parece, pero el hecho de que sea una actitud normal, no quiere decir que sea una buena actitud.

La valoración y la soberbia, dos cosas distintas

Muchas personas se sienten más incómodos cuando los halagan que cuando los corrigen o regañan, prefieren ser señalados en vez de ser adulados. Lastimosamente en nuestra sociedad se tiene una gran confusión entre los conceptos de humildad con la falta de reconocimiento donde confundimos la valoración y la soberbia. No es lo mismo que digas Soy muy bueno en lo que hago” a “Yo soy el mejor en lo que hago”. En un caso te estas valorando y el otro te estás poniendo por encima de los demás, o sea estas desvalorizando a los demás para exaltarte. Eso sí está mal.

Cuando se confunde la humildad con el rechazo a la grandeza estamos cometiendo un error. Estos son los casos donde damos excusas para no permitir que los demás nos reconozcan a nosotros y nuestros poderes especiales.

Cuando no te permitas ser reconocido, pierdes confianza, autoridad y seguridad.

Vivimos en una sociedad que ensarta la discreción y la modelación de los valores positivos. Es mejor vista una persona que no es capaz darse su valor y reconocer que “es un buen artista” que alguien que se para en un escenario y dice “me gusta cantar y lo hago muy bien”. Esto está muy mal.

La importancia de tu ambiente

Si nacemos en un buen ambiente familiar donde nos enseñen a destacar nuestros talentos terminamos por tener una vida más feliz y llena de reconocimiento y amor. Ahora cuando crecemos en ambientes obstines donde nos enseñan a ser cautelosos con nuestros tantos, tenemos a querer ser invisibles, a que nadie nos vea, a hacer lo que nos gustan pero no ser la cara de esa manifestación.

Podemos observar muchísimas situaciones en la infancia que van a guardar una estrecha relación con esta actitud en la adultez. El niño es castigado por no estar quieto y muchas veces la hiperactividad puede ser productiva si se sabe canalizar. También el niño puede ser expuesto un ambiente familiar bastante violento donde es agredido y tiende a venirse a menos. Crecer en ambientes no saludables hace que nos sintamos incómodos, lo que es malo para nuestro crecimiento.

Por años hemos estado acostumbrados a que no podemos adularnos, esto gracias a las decisiones de inconscientes de la sociedad. Estamos habituados a que nuestro entorno sea muy hostil con quien se adula a sí mismo, en algunas familias esto está prohibido, porque se cree que de esta forma se fomenta la vanidad y el egocentrismo.

Una buena armonía en el sistema familiar puede crear personas seguras que puedan aceptar que son buenas en algo sin necesidad de verse como vanidosas o egocéntricas. Cada quien puede asumir sus virtudes sin necesidad de dañar a nadie.

La invitación es que dejes que tu luz brille tanto como deseas, de esta forma tú te destacas y lo que están a tu lado ven esto y también destacan, liberándose de sus propios miedos y actitudes limitantes, cuando tú te dejes reconocer, estas reconociendo a los demás y estás haciendo las paces con el universo.

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